A 29 AÑOS DE LA MATANZA - NOTAS AL PASO

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jueves, 26 de enero de 2012

A 29 AÑOS DE LA MATANZA

MASACRE DE UCHURACCAY PERMANECE IMPUNE

Han pasado casi tres décadas del cruel asesinato de 8 periodistas en Uchuraccay, y hasta la fecha no se ha esclarecido quiénes fueron los responsables de esta matanza, que conmocionó a la opinión pública nacional.

El 26 de enero de 1983, los periodistas Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez y Félix Gavilán de El Diario de Marka, Jorge Luis Mendívil y Willy Retto de El Observador, Jorge  Sedano de La República, Amador García de la revista Oiga y Octavio Infante del diario Noticias de Ayacucho, así como el guía Juan Argumedo y el  comunero  uchuraccaíno  Severino  Huáscar Morales, fueron asesinados en esa localidad de las alturas de Ayacucho.

En esa época recién comenzaba el accionar terrorista y las fuerzas armadas difundían versiones de que los senderistas entraban a las poblaciones y mataban a sus autoridades y comuneros, que a las mujeres las violaban, y que al final se llevaban todo lo que podían. Sin embargo también se especulaba que las fuerzas del orden cometían excesos contra los pobladores.

El día 24 de enero, en la comunidad de Huaychao ubicada en Ayacucho, los propios comuneros  habían ejecutado a 7 jóvenes aparentemente por pertenecer al movimiento terrorista Sendero Luminoso, según los informes oficiales, pero que según otras versiones se trataba más bien de la ejecución de inocentes pobladores –al parecer niños- a manos de las fuerzas militares acantonadas en la zona.

Estos hechos eran lo que los periodistas se dirigían a investigar cuando fueron interceptados por pobladores de Uchuraccay, aparentemente instigados por las fuerzas militares, quienes según las versiones que dieran después, los militares les habían dado a los comuneros la orden de “atacar a los terroristas que vendrían por tierra, ya que ellos vendrían por aire”.

Al final después del hallazgo de sus cadáveres, nunca se supo exactamente si fueron los comuneros solos quienes asesinaron a los periodistas, si lo hicieron por órdenes de los militares o fueron los propios militares disfrazados de comuneros quienes les dieron muerte, ya que toda la investigación que se hizo en aquel entonces incluida la comisión investigadora presidida por Mario Vargas Llosa, sirvió para ocultar lo que en realidad sucedió.

La versión oficial simplemente explicaba que la distancia cultural con los comuneros había traído como consecuencia que estos confundieran a los periodistas con terroristas y a sus cámaras con armas. Las fotos de Willy Retto encontradas meses después desdicen esta versión al verse a los comuneros dialogando con los periodistas y su guía entre los cuales habían dos quechua hablantes.

Todo esto sumado al hecho de que años después decenas de comuneros de Uchuraccay que participaron o fueron testigos de la masacre fueron asesinados en circunstancias que se desconocen mientras que otros tuvieron que huir por temor a ser asesinados, hace suponer que las fuerzas armadas y el gobierno de aquella época al final lograron ocultar la verdad sobre su accionar criminal contra los pobladores en las zonas catalogadas como rojas en aquellos aciagos años.

Uchuraccay se convirtió desde aquel momento en un elemento emblemático de intimidación para que otros periodistas se abstuvieran de incursionar en busca de los sucesos que merecían ser revelados en zonas que no eran aprobadas por las fuerzas armadas. Con este crimen impune cuya verdad nunca salió a la luz, pues el gobierno de aquel entonces así como los que le sucedieron utilizando su poder militar y mediático se han encargado de minimizarlo y de olvidarlo, se le arrebató a la gente el derecho a ser verazmente informada.

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