En Palacio de Gobierno, donde conviven el Presidente y la Premier, dos sectores adversarios aún no resuelven su pugna. El desenlace está próximo, pero Humala aún no se inclina por un lado de la balanza.
Ricardo Uceda
El Informante
En el gabinete peruano se espera un desenlace. Mientras Ollanta Humala estudia quién podría ser el reemplazo de Ana Jara, esta aguarda la aceptación de sus demandas: el apartamiento del ministro del Interior, Daniel Urresti, y del ministro de Defensa, Pedro Cateriano. Estos planteamientos no son del gusto de Humala. Urresti y Cateriano son funcionarios con los que se lleva bastante bien. Por eso una posibilidad es que la propia Jara encabece la lista de despidos.
–Urresti y Cateriano son parte del Club de Tobi de Humala –dijo una fuente–. Comparten el mismo talante agresivo hacia el APRA y el fujimorismo. Pero Cateriano, hoy por hoy, está mucho menos expuesto que Urresti.
Es previsible otra remoción, la del ministro de Justicia, Daniel Figallo, cuyo capital político se agotó con el caso Belaunde Lossio. Será reemplazado posiblemente por Wilfredo Pedraza, quien del Interior pasó a una asesoría presidencial en 2013.
ECONOMÍA DOMÉSTICA
Antes de verse en la disyuntiva de cambiar a la primera ministra o reforzar su estabilidad varios meses más, Humala tuvo que cortar la hemorragia que producía la Ley Pulpín, forzando su derogatoria en el Congreso. Aunque hacia el público el presidente parecía el más empecinado en mantenerla, en realidad era su esposa Nadine quien la defendía con mayor ahínco dentro de la cúpula gubernamental. Es interlocutora cercana de los ministros de Economía y de la Producción, Alonso Segura y Piero Ghezzi.
Un buen conocedor de los Humala desde fuera del gobierno lo explica así:
—Desde la época de Miguel Castilla el MEF hizo creer a Ollanta que no entiende de economía y a Nadine que sí lo hace muy bien. Ella se encarga de convencer al esposo.
Heredia fue empoderando a Jara desde los inicios del gobierno. Sus roles fueron cada vez más importantes mientras ocurría lo contrario con otras figuras femeninas del nacionalismo. En 2012, Verónika Mendoza, una de las fundadoras, se retiró por el manejo del conflicto de Conga. Esther Saavedra, Natalie Condori y Claudia Ccoari desertaron en 2014, cuando la candidatura de Ana María Solórzano a la presidencia del Congreso fue impuesta por los Humala por sobre la de Marisol Espinoza, cuya despedida se aproxima. En aquella coyuntura Saavedra arremetió contra Heredia (“no ha sido elegida por el pueblo”), mientras Jara, en el gabinete desde el 2011, trabajaba cercanamente con ella. Ambas aparecían juntas continuamente cuando Jara dirigía el Ministerio de la Mujer (2011-2014), en la etapa de mayor popularidad de Nadine.
RENUNCIA Y VETO
En fin, en el gobierno no es un secreto que la primera dama favorece el lanzamiento de Jara como candidata presidencial del nacionalismo en el 2016. Pero en el premierato la relación entre Jara y Humala no fue la mejor. Por ejemplo, en la elección del responsable de manejar los conflictos sociales.
Humala estaba satisfecho de la labor de la oficina del Alto Comisionado de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad, asumida por Vladimiro Huaroc en 2012, bajo el premierato de Juan Jiménez. Huaroc trataba directamente con el Premier y gozaba del explícito respaldo presidencial. Cuando Jiménez renunció, Humala le dijo a su sucesor, César Villanueva, que deseaba continuar con esta oficina tal como estaba. Huaroc y Villanueva trabajaron armoniosamente durante el breve período de este. Cuando asumió Jara, sin embargo, Huaroc no pudo tener ninguna reunión de trabajo con ella. Se le dijo que su diálogo, en adelante, sería con la jefa de gabinete de la primera ministra, la militante del PPC Mónica Saravia, quien con la secretaria general Marcela Huayta y la jefa de prensa Raquel Palomino constituían el equipo femenino que llevó Jara a la PCM.
Cuando Huaroc renunció, ya le estaban buscando reemplazo. Humala vetó al candidato propuesto por Jara, Óscar Schiappa-Pietra. Luego de rechazar otras propuestas finalmente aceptó la del actual encargado, Julio Rojas. Pero todo el recambio fue un mal trago para el presidente.
MEDIA TRAINING
Las desavenencias entre Jara y el ministro del Interior se hicieron irresolubles por el respaldo que Urresti encontró en Humala. Jara le llamó varias veces la atención en público, Urresti aceptó con sorna, y siempre volvió a las andadas. Jara y su equipo organizaron una sesión en las oficinas de la PCM destinada especialmente a domesticarlo. Fue un Media Training al que también asistieron encargados de distintas oficinas de comunicación pero un solo ministro: Urresti. Se le dijo cómo debía declarar, cómo comportarse ante los medios sin que dejara la impresión de que en el gobierno lanzaba mensajes contradictorios. El ministro salió de allí agobiado y algo molesto.
–Estas mujeres creen que soy un idiota –le dijo a un funcionario al que encontró afuera, en el pasillo.
Una parte de Humala desconfía del equipo de Jara, tecnócratas no nacionalistas. En el entorno presidencial se considera que ante las denuncias de la oposición o de la “prensa concentrada”, el equipo de la primera ministra no reacciona con el espíritu de cuerpo necesario, especialmente en el caso Belaunde Lossio. Pero desde el lado de Jara se cree otra cosa. Los problemas de imagen relacionados con el tema provienen del entorno presidencial, no de la oficina de la premier. En octubre pasado Rosario Altuna, brazo derecho de Nadine Heredia, tuvo que renunciar cuando aparecieron evidencias de que el prófugo Belaunde Lossio, su ex esposo, la había llamado por teléfono a Palacio de Gobierno. La medida impidió que luego hubiera un escándalo si se difundía el dato. Pero otra información, publicada de manera sorpresiva, generó una fricción entre Rosales y Jara. Juan Carlos Rivera, financista de Humala y gerente de la investigada Antalsis, había visitado 33 veces la oficina de Rosales, de acuerdo con utero.pe.
NO DAR EL GUSTO
La oficina de Rosales y la PCM tuvieron diferencias sobre la forma de responder a la denuncia. Rosales, adelantándose, pidió la intervención de la Contraloría para que examinara los contratos de publicidad que supuestamente favorecerían a Rivera y se comprobara que lo había recibido unas pocas veces. Luego Jara declaró públicamente que las autoridades tenían que aclarar las denuncias, lo que a Rosales le pareció una mala lavada de manos. Por esos días Jara informó a sus colaboradoras que Humala había accedido inicialmente a desprenderse de Rosales, pero que una columna de Aldo Mariátegui en Perú 21 (“Renuncie, Blanca, renuncie”) lo había hecho desistir. No quería darle el gusto.
Y luego se sucedieron denuncias cruzadas. Créditos inmobiliarios contraídos por Blanca Rosales fueron mostrados como excesivos para sus ingresos, denuncia que ha quedado en mera suspicacia. Supuestas planillas doradas en la PCM que no resultan doradas ni legales. Lo fuerte de lo que se acusa no son las acusaciones en sí mismas sino la evidencia de una pugna hasta ahora inmanejable. Humala estaría pensando en abrir un poco el gobierno. La investigación preparatoria por lavado de dinero iniciada contra Nadine Heredia en el Ministerio Público podría terminar de decidirlo, sobre todo ahora que se ventilaron sus injustificados depósitos bancarios entre 2006 y 2010 en el BCP. El caso Belaunde Lossio podría terminar siendo el caso Nadine. De todo el gobierno, ella, por ahora sin inmunidad, es la más vulnerable. En el próximo Congreso, que Nadine sin duda integrará, se necesitará más de una alianza para evitar su desafuero.
Ricardo Uceda
El Informante
En el gabinete peruano se espera un desenlace. Mientras Ollanta Humala estudia quién podría ser el reemplazo de Ana Jara, esta aguarda la aceptación de sus demandas: el apartamiento del ministro del Interior, Daniel Urresti, y del ministro de Defensa, Pedro Cateriano. Estos planteamientos no son del gusto de Humala. Urresti y Cateriano son funcionarios con los que se lleva bastante bien. Por eso una posibilidad es que la propia Jara encabece la lista de despidos.
–Urresti y Cateriano son parte del Club de Tobi de Humala –dijo una fuente–. Comparten el mismo talante agresivo hacia el APRA y el fujimorismo. Pero Cateriano, hoy por hoy, está mucho menos expuesto que Urresti.
Es previsible otra remoción, la del ministro de Justicia, Daniel Figallo, cuyo capital político se agotó con el caso Belaunde Lossio. Será reemplazado posiblemente por Wilfredo Pedraza, quien del Interior pasó a una asesoría presidencial en 2013.
ECONOMÍA DOMÉSTICA
Antes de verse en la disyuntiva de cambiar a la primera ministra o reforzar su estabilidad varios meses más, Humala tuvo que cortar la hemorragia que producía la Ley Pulpín, forzando su derogatoria en el Congreso. Aunque hacia el público el presidente parecía el más empecinado en mantenerla, en realidad era su esposa Nadine quien la defendía con mayor ahínco dentro de la cúpula gubernamental. Es interlocutora cercana de los ministros de Economía y de la Producción, Alonso Segura y Piero Ghezzi.
Un buen conocedor de los Humala desde fuera del gobierno lo explica así:
—Desde la época de Miguel Castilla el MEF hizo creer a Ollanta que no entiende de economía y a Nadine que sí lo hace muy bien. Ella se encarga de convencer al esposo.
Heredia fue empoderando a Jara desde los inicios del gobierno. Sus roles fueron cada vez más importantes mientras ocurría lo contrario con otras figuras femeninas del nacionalismo. En 2012, Verónika Mendoza, una de las fundadoras, se retiró por el manejo del conflicto de Conga. Esther Saavedra, Natalie Condori y Claudia Ccoari desertaron en 2014, cuando la candidatura de Ana María Solórzano a la presidencia del Congreso fue impuesta por los Humala por sobre la de Marisol Espinoza, cuya despedida se aproxima. En aquella coyuntura Saavedra arremetió contra Heredia (“no ha sido elegida por el pueblo”), mientras Jara, en el gabinete desde el 2011, trabajaba cercanamente con ella. Ambas aparecían juntas continuamente cuando Jara dirigía el Ministerio de la Mujer (2011-2014), en la etapa de mayor popularidad de Nadine.
RENUNCIA Y VETO
En fin, en el gobierno no es un secreto que la primera dama favorece el lanzamiento de Jara como candidata presidencial del nacionalismo en el 2016. Pero en el premierato la relación entre Jara y Humala no fue la mejor. Por ejemplo, en la elección del responsable de manejar los conflictos sociales.
Humala estaba satisfecho de la labor de la oficina del Alto Comisionado de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad, asumida por Vladimiro Huaroc en 2012, bajo el premierato de Juan Jiménez. Huaroc trataba directamente con el Premier y gozaba del explícito respaldo presidencial. Cuando Jiménez renunció, Humala le dijo a su sucesor, César Villanueva, que deseaba continuar con esta oficina tal como estaba. Huaroc y Villanueva trabajaron armoniosamente durante el breve período de este. Cuando asumió Jara, sin embargo, Huaroc no pudo tener ninguna reunión de trabajo con ella. Se le dijo que su diálogo, en adelante, sería con la jefa de gabinete de la primera ministra, la militante del PPC Mónica Saravia, quien con la secretaria general Marcela Huayta y la jefa de prensa Raquel Palomino constituían el equipo femenino que llevó Jara a la PCM.
Cuando Huaroc renunció, ya le estaban buscando reemplazo. Humala vetó al candidato propuesto por Jara, Óscar Schiappa-Pietra. Luego de rechazar otras propuestas finalmente aceptó la del actual encargado, Julio Rojas. Pero todo el recambio fue un mal trago para el presidente.
MEDIA TRAINING
Las desavenencias entre Jara y el ministro del Interior se hicieron irresolubles por el respaldo que Urresti encontró en Humala. Jara le llamó varias veces la atención en público, Urresti aceptó con sorna, y siempre volvió a las andadas. Jara y su equipo organizaron una sesión en las oficinas de la PCM destinada especialmente a domesticarlo. Fue un Media Training al que también asistieron encargados de distintas oficinas de comunicación pero un solo ministro: Urresti. Se le dijo cómo debía declarar, cómo comportarse ante los medios sin que dejara la impresión de que en el gobierno lanzaba mensajes contradictorios. El ministro salió de allí agobiado y algo molesto.
–Estas mujeres creen que soy un idiota –le dijo a un funcionario al que encontró afuera, en el pasillo.
Una parte de Humala desconfía del equipo de Jara, tecnócratas no nacionalistas. En el entorno presidencial se considera que ante las denuncias de la oposición o de la “prensa concentrada”, el equipo de la primera ministra no reacciona con el espíritu de cuerpo necesario, especialmente en el caso Belaunde Lossio. Pero desde el lado de Jara se cree otra cosa. Los problemas de imagen relacionados con el tema provienen del entorno presidencial, no de la oficina de la premier. En octubre pasado Rosario Altuna, brazo derecho de Nadine Heredia, tuvo que renunciar cuando aparecieron evidencias de que el prófugo Belaunde Lossio, su ex esposo, la había llamado por teléfono a Palacio de Gobierno. La medida impidió que luego hubiera un escándalo si se difundía el dato. Pero otra información, publicada de manera sorpresiva, generó una fricción entre Rosales y Jara. Juan Carlos Rivera, financista de Humala y gerente de la investigada Antalsis, había visitado 33 veces la oficina de Rosales, de acuerdo con utero.pe.
NO DAR EL GUSTO
La oficina de Rosales y la PCM tuvieron diferencias sobre la forma de responder a la denuncia. Rosales, adelantándose, pidió la intervención de la Contraloría para que examinara los contratos de publicidad que supuestamente favorecerían a Rivera y se comprobara que lo había recibido unas pocas veces. Luego Jara declaró públicamente que las autoridades tenían que aclarar las denuncias, lo que a Rosales le pareció una mala lavada de manos. Por esos días Jara informó a sus colaboradoras que Humala había accedido inicialmente a desprenderse de Rosales, pero que una columna de Aldo Mariátegui en Perú 21 (“Renuncie, Blanca, renuncie”) lo había hecho desistir. No quería darle el gusto.
Y luego se sucedieron denuncias cruzadas. Créditos inmobiliarios contraídos por Blanca Rosales fueron mostrados como excesivos para sus ingresos, denuncia que ha quedado en mera suspicacia. Supuestas planillas doradas en la PCM que no resultan doradas ni legales. Lo fuerte de lo que se acusa no son las acusaciones en sí mismas sino la evidencia de una pugna hasta ahora inmanejable. Humala estaría pensando en abrir un poco el gobierno. La investigación preparatoria por lavado de dinero iniciada contra Nadine Heredia en el Ministerio Público podría terminar de decidirlo, sobre todo ahora que se ventilaron sus injustificados depósitos bancarios entre 2006 y 2010 en el BCP. El caso Belaunde Lossio podría terminar siendo el caso Nadine. De todo el gobierno, ella, por ahora sin inmunidad, es la más vulnerable. En el próximo Congreso, que Nadine sin duda integrará, se necesitará más de una alianza para evitar su desafuero.
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